viernes, 12 de septiembre de 2014

Reflexiones sobre Performance, Happening, Intervenciones, Ursula Ochoa escribe

     La incesante repetición del gesto (los 10 gestos y elementos formales más utilizados en el arte de acción)

Hay una cierta similitud incómoda que aparece en algunas obras de performance y sólo podría explicarse desde la carencia de agudeza creadora al plantear las ideas.
La performance o arte de acción, ha sido uno de los lenguajes plásticos en el mundo del arte más polemizado, controvertido, explorado y criticado, tanto por su carácter multidisciplinar en el cual uno de sus propósitos es romper barreras, como por su desgarradora inclusión del cuerpo como soporte (En el arte de acción el cuerpo no siempre es el soporte, también puede actuar como vehículo). En ocasiones como medio artístico, pareciera que lo menos importante para quienes hacemos uso de este lenguaje son los criterios plásticos que se deben tener en cuenta al momento de hacer una obra, aun siendo una performance. No me refiero, advierto, al mensaje que éste quiere comunicar, hablo aquí de los elementos formales y técnicos que éste lenguaje ha de proponer, y si usted como performer tiene esa conciencia y lo hace.
Debo confesar que me encuentro un tanto alterada al notar lo que sucede en algunas performances que observo, me preocupa, sobre todo, porque veo que contienen tantas correspondencias formales unas con otras, tantas reincidencias en gestos, materiales, planteamientos y discursos tan repetidos excesivamente ad nuaseam que he propuesto yo (Mea culpa) y que han cometido los otros, que estos gestos, vestuarios, temas y formas de desarrollar el arte de acción se están convirtiendo cada vez en una manera fácil de justificar nuestra injustificable malsana y ya vívida mediocridad creativa. Lo que presentan y re presentan muchos artistas de performance es elemental y sin profundidad. Me preocupa sobre todo porque yo misma he cometido estos errores y reconocerlo sí que cuesta. Ya lo advirtió Avelina Lesper, “La repetición sistemática no es entendimiento, no hay asimilación ni uso de la imaginación, es simple reacción de corto plazo, superficial, desechable. Inevitablemente se convierte en un cliché, en la pose del que hace y no piensa.”
Quiero creer, a pesar de las palabras de Lesper, que hacer performance no se limita a una pose superflua y vana.
A continuación diez de los elementos y gestos más utilizados en la performance, que si bien son importantes dentro de este lenguaje artístico, su uso sin análisis alguno, desvirtúa la poética o la fuerza que puedan denotar estos elementos en el arte de acción:
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1. El Desnudo: Es la manera más básica de concebir una performance. Desde los más corrientes performances feministas, hasta la sofisticación impecable que propone Vanessa Beecroft, el desnudo, es uno de esos malsanos clichés a la hora de pensar en una acción performática. Generalmente su objetivo principal es el espectáculo. Este comentario no tiene, advierto, juicio de moral ramplona alguno, lo que molesta aquí no es el desnudo como tal, sino la ligereza y la inmediatez  con la que se utiliza este recurso por el simple hecho de saber que va a causar revuelo, le van a prestar un poquito más de atención a su trabajo o le sacarán alguna nota mal escrita en algún periódico local.
El desnudo sin duda sigue siendo un gesto tan poderoso, que hasta el maestro Ai Weiwei a quien tengo mucha admiración y respeto no dudó en hacerlo en algún momento. En efecto, el desnudo por supuesto que puede ser utilizado en la performance y de hecho, hay acciones que necesitan puntualmente de él, y como ejemplo destaco la acción de Ulay y Marina Abramovic “Imponderabilia”, donde los espectadores debían pasar en medio de los dos artistas desnudos para poder acceder a otra sala; la acción ha sido recreada en varias ocasiones incluso por la performer colombiana María José Arjona en el MOMA durante el año 2010. Sin embargo, por norma general, desnudarse sólo pretende ocultar a través del escándalo el tremendo vacío conceptual y formal que un trabajo posee. Nos toca trascender entonces la re-significación del cuerpo y dejar de hacerlo de una manera tan simplista y vana.
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2. El uso del vestuario rojo (Mea culpa): Louise Bourgeois nos dijo: “El rojo es sangre, dolor, violencia, peligro, venganza, celos, resentimiento, culpa. Son sentimientos cotidianos”. Yo misma en repetidas ocasiones he utilizado el vestuario rojo soportando mi “discurso” en alguna de estas conocidas relaciones entre el color y su significado, pues como advertí en una charla sobre mi obra “Estamos diciendo mucho al mundo cuando utilizamos un color”. Sin embargo, debemos evaluar la pertinencia o no de este color en una acción y no deberíamos utilizarlo de forma automática. El asunto es que se hace casi como una norma alterna a desnudarse, es decir ¡Si no te vas a desnudar, te vistes de rojo!
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3. El uso de la carne cruda: La estrafalaria y “estéticamente incorrecta” carne de animal, ha sido repetidamente utilizada por muchos artistas de performance, fotógrafos y hasta estrellas populares de la música. Destacan trabajos como “Vanitas” 1987 de la artista Jana Sterbak quien fue una de la primeras en utilizar este medio, Balkan Baroque (1997) de Marina Abramovic, acción en la cual la artista “purgaba” la vergüenza y la culpa de la guerra, lavando huesos con restos de sangre y carne de animales, Body of Silence, 1998 de Tania Bruguera o My New York 2002 la excepcional obra del artista chino Zhang Huan. Incluso hasta la popular Lady Gaga ha hecho vestidos insistentemente con este elemento como una forma de provocar a su publico de masa. El fotógrafo Dimitri Tsykalov destaca con una impactante serie titulada “Meat” donde crea rifles y metralletas hechas de carne.
Como mencioné anteriormente, esto no significa que usar la carne cruda en un trabajo de performance no tenga coherencia o carezca de sentido, el punto es invitarnos a pensar cuándo es pertinente o no la utilización reiterada de este elemento.
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4. Uso de sangre o pintura roja en alusión a esta (Mea culpa) Este, es otro elemento utilizado en innumerables performances que intentan reflexionar sobre la violencia, el género, la guerra y un gran etc que sin embargo parece ya poco interesante por la repetición de su uso cuando se trata de generar eso que llamamos impacto de choque, dado que la sangre, como lo dice la vieja frase “Es escandalosa”. La sangre se utiliza sin mucha conciencia, se hace de manera rápida y fácil cuando se quiere añadir peso a un discurso vacío cuando no inexistente y pobre. La sangre, nuestra sangre, la sangre de la vida, la sangre de los animales, la vida de tierra como elemento sagrado que es, se convirtió tristemente en la excusa mediocre y “sucia” para causar conmoción a un público fácilmente impresionable y desinformado.
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5. Hacer “pintura vaginal”: Hacer “pintura vaginal” es una acción propia de las mujeres que realizan obras con un marcado carácter feminista y está ligada también al punto anterior.
Si usted es una artista feminista, intente buscar otra manera de re-significar el cuerpo femenino al hacer una crítica contra los sistemas patriarcales hegemónicos que tanto el arte han contaminado. Proponga su crítica de una forma diferente, opte por algo potente y agudo intelectualmente, que no sea meterse pinceles en la vagina y/o pintar con su menstruación. Este gesto se ha hecho desde los años 60’s cuya pionera es Shigeko Kubota con su obra“Vagina Painting”1965 y la ya conocida obra “Interior scroll” de Carolee Sheeman diez años después que, aunque la artista no hace una pintura como tal, su trabajo tiene la misma intención contestataria al sistema patriarcal y sus imposiciones acerca de lo que el “Buen arte” del hombre blanco occidental debería proponer.
Desde mis intereses conceptuales y formales siempre he apostado  por el arte feminista y estoy segura de que tenemos mucha más creatividad que eso. Ahora bien, si lo que le interesa es el mal espectáculo y muchos comentarios en las redes sociales, la artista está en todo su derecho de realizar esta poco creativa y ya trillada obra de aparente revolución.
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6. Embadurnarse con pintura, alimentos o fluidos sobre el cuerpo: Julia Kristeva en su libro Poderes de la perversión señala la abyección como protesta que desencarna una identidad frágil, inestable y caótica. La acción de embadurnarse con alimentos, pintura o fluidos propios, es sin duda un acto contestatario, “rebelde” (si se quiere) y repulsivo. Puede emparentarse con manías sexuales o fetiches. Es efectivamente una forma de estar a la contra. Por ejemplo, los grupos animalistas como PETA han utilizado el gesto de chorrearse pintura roja encima como una fuerte protesta en contra del maltrato animal. En la cultura británica de hecho, existía una publicación titulada SPLOSH cuyo contenido estaba basado principalmente en imágenes de personas embadurnadas de alimentos, pintura, barro etc. En las redes sociales y en You Tube también puede encontrarse bastante acerca de esta clase de acciones.
El asunto es saber en qué performance, en qué momento y con qué sentido es este un acto coherente o necesario, puesto que se ha convertido en otro amaneramiento repetitivo hecho por quienes desean proponer una performance con algún grado de “transgresión”.
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7. Envolverse lanas, cabellos, cordones, sogas, cintas o alambres a la cabeza: De estas acciones podemos destacar la obra Bind 2002 de Ryoko Suzuki. Por otra parte el acto de amarrarnos cosas al rostro se convirtió gracias al poder de la masa, en algo tonto y poco creativo. En facebook existe una página donde miles de personas envían fotografías de sus rostros envueltos en cinta adhesiva, la página se llama “Sellotape Selfies. Si bien, los contextos en que se desarrollan las acciones performáticas se alejan abismalmente de la popular moda facebookeana, así como el orinal de su casa, no ha de ser una obra de arte como la ya conocida fuente de Duchamp (Me guardo mis reservas respecto a este comentario), no podemos negar que esto lo convierte en un gesto ya sin sentido para reiterarlo y de hacerlo, debemos hacerlo de una manera fuerte que supere las muchas versiones de este acto en el que actúa mayormente la pose y la falta de imaginación.
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8. Escribirse en el cuerpo o permitir que escriban sobre el: Si alguien recuerda el film de Peter Greenaway The pillow book, más conocida en occidente como Escrito en el cuerpo, sabe que la escritura sobre la piel puede ser un acto poético y al mismo tiempo íntimo o revolucionario. Cargada de simbolismo, esta acción lamentablemente es otro gesto utilizado de forma indiscriminada por algunos artistas que hacen performance. Sin embargo, no siempre utilizar este recurso es banal, trabajos tan poéticos y al mismo tiempo fuertes plásticamente podemos encontrarlos en la obra del artista chino Zhang Huan quien últimamente ha llamado bastante mi atención. Otro trabajo muy importante y que hace parte de estos hitos performáticos es “Transfer Drawin” 1971 de Dennis Oppenheim en el cual el artista dibuja sobre la espalda de su hijo Erik y este transfiere a una pared a través de su sistema sensorial lo que su padre dibuja sobre él. Posteriormente invierten los lugares, siendo el hijo de Oppenhein quien dibuje sobre la espalda de su padre.
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9. Uso del hielo: El agua y/o el hielo, sabemos que es un recuso muy utilizado al hacer performance, sobre todo porque el agua como elemento evocador de vida, purificación, regeneración, y al mismo tiempo de estancamiento, anestesia o muerte, puede estar muy presente en acciones que se presentan con mayor frecuencia desde el ritual, y esto es aceptable. Lo que no debe ser aceptable es la ligereza con la cual este elemento se utiliza. Debemos evaluar muy bien a la hora de hacer nuestros performance su pertinencia.
Recordemos entonces el hapening de Allan Kaprow “Fluids” de 1967, el trabajo de Francis Alÿs “Paradox of Praxis 1 (Sometimes Making Something Leads to Nothing)” que documenta una acción realizada en las calles de la Ciudad de México en 1997 y presenta un esfuerzo simple y aparentemente sin sentido de empujar un gran bloque de hielo a través de las calles de la ciudad durante casi 9 horas hasta que el hielo se funde en el asfalto. Los dos trabajos anteriores distan mucho de la performance como ritual y se inscriben más en la performace como “gesto real” (Ya realicé una distinción entre algunas formas de operar en el arte de acción) y esto es lo que los hace probablemente mucho más interesantes.
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10. Hacer “Action painting”: Podríamos mencionar aquí, que el action painting, ha sido otro inicio importante para la performace, pues como su nombre lo indica estamos presenciando el “acto de pintar” en su máxima expresión como una categoría que se eleva (si se quiere) por encima de lo que se pinta. Jean Raine, Hellen Frankenthaler, Joan Mitchell desde el expresionismo abstracto, o el ya conocido trabajo del frances Yves Klein“Antropometría” de1960 son ejemplos contundentes de esta “forma pictórica” de hacer arte de acción. El artista chino Ushio Shionahara cuyas obras las llama “Boxin paintings” o el Japonés Kazuo Shiraga cuyo método consiste en la pintura que gotea sobre el lienzo, pintando con los pies mientras que cuelga de una cuerda, son propuestas ejemplares de action painting. La obra de Shionahara presenta una incomparable sensación de potencia y velocidad y se erige como uno de los hitos monumentales de la historia del arte japonés. Otro trabajo vacío en su contenido, tonto desde su concepto pero “controversial” en su forma, son las pinturas de la artistas Millie Brown pues las elabora mediante el gesto patético y repulsivo de generarse el vómito luego de haber tomado leche de color.
La pregunta que me inquieta es esta ¿A quién se le ocurrió pensar que  action painting debe limitarse a revolcarse en pintura sin ninguna clase de preparación, propuesta plástica o intención alguna? ¿Por qué se ha banalizando tanto esta acción?.
Para concluir, el problema no radica en que por hacer parte de esta reflexión, no se deban utilizar estos elementos o gestos, pues de hecho reitero que algunos de estos son de absoluta coherencia para dar sentido a una propuesta que necesite plantear un mensaje o una reflexión de forma específica. Tampoco  se pretende desprestigiar un medio como este, pues la performance desde sus inicios ha rescatado el acto creador del artista y ha revalorizado de manera especial el cuerpo humano y cómo éste es soporte y medio para ejecutar una obra de arte. Lo que no resulta tan positivo es la manera tan “light” en que una performance se suele hacer y esto sí que vale la pena reflexionarlo.

Ursula Ochoa


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